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Comer o cenar en la cueva Miñambres, todo un placer
Valdevimbre (León) 

Valdevimbre es un pueblo del sur de León de poco más de mil habitantes considerado como la capital del afamado vino Prieto Picudo y del chorizo al vino. Su vida siempre ha girado en torno al vino, en sus 68 kilómetros cuadrados de extensión hay catalogadas más de 300 cuevas, algunas con más de quinientos años de antigüedad, la mayoría destinadas a bodegas en su vida útil.
En la actualidad hay más de media docena de bodegas-cuevas totalmente conservadas y con pasadizos secretos convertidas en restaurantes. Tres de estas cuevas son totalmente accesibles para personas con movilidad reducida. La cueva de los Poinos, una cueva excavada en el barro que anteriormente era utilizada para la elaboración y conservación de vino; la cueva de san Simón: que data del siglo XIII y conserva intacta su estructura de antaño; y la cueva Miñambres: hecha bajo la roca cuya existencia data de 1608 y que cuenta con diferentes salones y ambientes.

Cómo llegar
La ubicación de este municipio hace de él un lugar idóneo para descansar cuando viajamos hacia el noroeste de España o viceversa. Este fue nuestro caso. Saliendo de Madrid en dirección a Coruña, en la salida 303 de la A-6, está el hotel-restaurante La Hacienda. Es una zona cómoda para parar y tomar algo. Es accesible, hay baño para las personas con movilidad reducida en la zona del bar y también hay habitación especial. Tiene restaurante con menú a precio razonable, mucho aparcamiento y hace poco completaron su oferta con una gasolinera. El precio de la habitación es normal, no se puede reservar por Internet por lo que no es fácil encontrar ofertas, además de que no incluye el desayuno.
Está a poco más de 30 kilómetros de Valdevimbre, lo que le hace ser un buen sitio para asegurarnos un lugar accesible donde dormir. Desde allí, por la CL-622, en media hora se llega al Valdevimbre, el pueblo donde se ubica la cueva y el restaurante.
La cueva-bodega
La cueva Miñambres ya ha cumplido cuatro siglos de existencia, en un origen destinada a ser bodega, pero no hace muchos años se acondicionó como restaurante y los pasadizos y espacios de los que se dispone dejaron de estar llenos de toneles y barricas para sustituirse por mesas y sillas. Está muy bien decorada y tiene espacios diferenciados, uno de ellos destinado a la venta de productos de la zona.. 

Cualquier época es buena para ir, la temperatura en su interior es similar durante todo el año, pero por si acaso lo mejor es optar por reservar, pues nunca se sabe si hay una ocupación casual y se pierde el tiempo y hay que buscar otro lugar. La decisión de por la cueva Miñambres es porque, entre otras cosas, también sirve cenas. La cueva es accesible a personas con movilidad reducida en su mayor parte y hay bastante aparcamiento en la puerta. Una vez dentro, es tan fascinante recorrer todos sus pasadizos y rincones, que es difícil decidir dónde sentarnse a cenar.

Una de las mesas se ubica en la denominada "Capilla Sixtina", un rincón que te hace vivir una noche mágica. En la carta hay buena comida de la zona y, por supuesto, buenos vinos. Los precios, dentro de no ser económicos, tampoco son desorbitados. Cenar en un sitio como este, es una experiencia no solo gastronómica, sino también visual y sensorial, porque introducirse en una cueva-bodega que conserva su estructura original y donde la temperatura es constante es algo que se gana a pulso salirse del típico precio de un menú.