Cocodrilos y chanquetes
Torremolinos y El Palo (Málaga)
Buen tiempo. Andalucía. Atracciones curiosas y playas. Hay tiempo para casi todo. Por la mañana, una escapada a Crocodile-park, un parque animales supervivientes de la era de los dinosaurios. Luego un rato de playa y pescaíto frito junto al mar, en un barrio de antiguos pescadores con calles tan estrechas que apenas cabe una persona. Todo en una sola jornada.
El acceso al parque se hace a través de unas construcciones que imitan las casas de barro de África, muy parecidas a la gran mezquita de Djenné (Mali).
Torremolinos, una ciudad cercana a Málaga, con numerosas atracciones diferentes para disfrutar en familia. Una curiosa es un parque en el que habitan cientos de descendientes de aquellos animales que convivieron con los dinosaurios: los cocodrilos.
Está ubicado junto a una de las principales atracciones para bañistas (Aqualand). Al salir de la autovía hay numerosas indicaciones. Al pasar Aqualandd, a la derecha encontramos este pequeño parque dedicado a los reptiles más grandes de la Tierra.
La entrada es bastante económica (ronda los 13 €, 10 con descuento), algo de agradecer en una zona tan turística. Con ella hay acceso al parque, a ver libremente los animales y a asistir a una lúdica visita guiada, en español e inglés, en la que se conocen datos curiosos sobre los animales: Paco, el cocodrilo padre, que pasa por ser el más grande de Europa, tiene más de 80 años y convive con varias "cocodrilas" de 20, su alimentación, sus costumbres, su mala fama,su historia... La primera impresión es que son réplicas de plástico, porque suelen estar tumbados (de momento) sin hacer ningún movimiento. El cuidador jefe del parque enseguida descubrirá a los visitantes que tienen vida y energía.
Se pueden ver decenas de cocodrilos tumbados al sol, a la espera de ir cogiendo la temperatura que les hace moverse con mayor facilidad. Uno de los momentos más emocionante es cuando se les da de comer. El cuidador va lanzado despojos de carne, incluso alguna piel de animal, y comienza el espectáculo de movimientos, siempre en función del hambre que tiene cada reptil. Eso les hace disputar la comida entre todos en unas aguas verdosas que se agitan cuando dos de ellos se pelean por conseguir el alimento y no es raro que los visitantes acaben mojados.
Luego se puede dar un pequeño paseo por el parque, de aceptables dimensiones y con buena accesibilidad. Hay arbolado y zonas de sombra suficientes, si bien en verano no se debe olvidar la gorra o la crema protectora. La atracción tiene un gran invernadero con varias charcas llenas de cocodrilos y cinco grandes cabañas, cada una con una función diferente.
La primera acoge el museo del cocodrilo; la segunda, la "guardería" con crías de caimanes y cocodrilos; una tercera audiovisual, con proyecciones sobre este animal en su estado natural en África; la cuarta es un módulo de aseos y la última es la central, un lugar para descansar, hacerse fotografías con uno de los cocodrilos más pequeños y escuchar cómo el guía relata de forma distendida anécdotas y datos de estos reptiles. Además, encontramos otros animales por los rincones del parque, algunas aves y tortugas. En total, un par de horas de visita que no dejarán indiferente a nadie.
Como colofón a la visita guiada está la opción de tener en los brazos una cría de cocodrilo de más de veinte kilos y hacerse fotos con las propias cámaras o móviles de los visitantes totalmente gratis. El cocodrilo tiene las mandíbulas sujetas por una cinta aislante como única protección. Realmente parece un juguete de plástico, blandito, suave y frío, pero mejor seguir las instrucciones de su cuidador.
Tras ver los cocodrilos es imprescindible ir a tomar algo al Tintero, en la playa del Dedo, en el Palo. Decir Costa del Sol es igual que decir playa y chiringuito. Por estas zonas encontramos numerosas playas de arena fina en las que tomar un baño y esta tiene todos los servicios necesarios y un buen paseo en el que encontrar restaurantes donde comer.
La segunda razón para elegir esta playa es un restaurante con una tradición especial. Se trata de El Tintero, un lugar donde no se suele pedir a la carta, sino que los camareros van pasando con diferentes platos (diversos pescaítos típicos de la zona y otras delicatesem) y lo pregonan. Si nos gusta lo que llevan basta levantar la mano y lo dejan en la mesa. Lo único que se pide es la bebida y algún plato que no estén pregonando y deseemos probar. Luego pasa otro camarero y al grito de "Y yo cobro", hace un cálculo rápido según el número y tamaño de los platos que vea sobre la mesa. Los postres, generalmente helados, hay que comprarlos aparte.
Es un bullicio que recuerda los zocos árabes, con voces que se entrecruzan de un lado al otro. Los precios son asequibles y tiene la ventaja de que se elige la comida justo cuando pasa y a comer. Luego, para rebajar la comida, podemos dar un paseo e intentar atravesar otra de las curiosidades de este antiguo barrio de pescadores: sus calles tan estrechas en las que pasar con silla de ruedas. En alguna, imposible para una silla de 56 cm de anchura, lo que obliga a volver marcha atrás. En ellas se aprecia la brisa y el frescor ante el sofocante calor veraniego.
Para alojarse, el hotel elegido fue Holiday Inn Express Málaga Airport , cerca del Aeropuerto de la capital y con unas instalaciones bastante buenas. Tiene aparcamiento, habitación con capacidad para dos adultos y dos niños (hay posibilidad de unir habitaciones y convertirlas así en familiares) y restaurante con menú.
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