Bratislava: Norte y Sur del Danubio
Eslovaquia
En Centroeuropa, cuna y capital del antiguo imperio austro-húngaro, surcada por el Danubio, floreció esta ciudad que recibió muchos nombres a lo largo de su historia. Lugar de coronación de reyes, pasó a un segundo plano, perteneció a diversos países hasta que, a finales del siglo pasado, fue la capital de Eslovaquia. A pocos kilómetros de la musical Viena, compite con ésta con su filarmónica, una de las mejores orquestas de música clásica. Todo bajo los pies de su castillo, de blanco inmaculado, que domina las tierras de la ciudad y las vistas a territorios de Austria y Hungría. Su centro histórico presume de accesibilidad para personas con movilidad reducida.
Cómo llegar
A poco más de 60 km por carretera de Viena, esta pequeña joya junto al Danubio nos ofrece un recorrido por sus calles peatonales que nos transporta a épocas del poderío de un imperio venido a menos. Perfectamente comunicada por autopista (en menos de 45 minutos se llega de un centro a otro), en tren (una hora), o por el río Danubio (una hora y cuarto en barco), se puede decir que es una excursión que se debe tener en cuenta cuando se hace un viaje a la ciudad de la música. En un coche de alquiler, de gama media y bastante amplio, los 60 km son un breve paseo entre las dos ciudades.
Se accede por un moderno puente sobre el Danubio presidido a la izquierda por el inmaculado castillo de Bratislava suspendido en una colina, como vigilando sus antiguos dominios medievales. A la derecha, la catedral de san Martín, lugar de coronación de los emperadores del antiguo imperio austro-húngaro, que deja a sus pies el verdadero centro histórico.
El centro histórico
Un paseo por sus calles peatonales, concurridas y con pequeños bares, restaurantes y tiendas, se hace muy recomendable. El trayecto es prácticamente llano, con suelo de losas que hacen cómodo el recorrido en una silla de ruedas. En pleno centro se encuentra la oficina de turismo, que atiende en perfecto español y facilita la información necesaria para visitar la ciudad, la comarca, los recorridos en barco, la visita al castillo... El clima de esta zona de Centroeuropa es cambiante. A lo largo del día se puede pasar de una soleada mañana a cielos cubiertos o tormentas que descargan agua en pocos minutos. Pero todo es cuestión de ir preparado para la ocasión. La temperatura baja hasta hacerse fresquita cuando la lluvia hace acto de presencia, pero a continuación vuelve la calma y el calor puede ser incluso sofocante.
El verdadero centro de este recorrido es la plaza Hlavné Námestié, un hervidero de personas y vehículos especiales para la visita de la ciudad. Desde ese punto se puede recorrer el centro histórico y contemplar sus edificios
La lluvia no impide disfrutar de la ciudad.
Algo que llama la atención en las calles son sus esculturas. En el lugar más insospechado se encuentra una de estas estatuas humanas que los visitantes aprovechan para hacerse la foto rutinaria de recuerdo.
Una de las más llamativas es la de Cumil, que representa un obrero saliendo de una alcantarilla.
Detrás de cada esquina nos sorprende una escultura.
Algún paseante incluso se aparta de su recorrido a pie al encontrársela de pronto en su camino. Lo cierto es que son estampas para luego mostrar a los amigos.
Delante de la filarmónica de Bratislava hay un paseo, en el que se suelen colocar puestos de recuerdos, que está muy cerquita de la ribera del Danubio, verdadera arteria de comunicaciones con otros países vecinos. Este es el lugar del que parten o llegan los barcos que se comunican con ciudades próximas como Viena o Budapest.
De regreso hacia el centro, hay una calle que sube hasta la Puerta de san Miguel, la única de las puertas de acceso a este recinto medieval que aún sigue en pie. Es una de las pocas calles en pendiente que encontramos en el centro histórico.
El castillo
Para subir al castillo hay que ir en coche, pues está en lo alto de una colina cercana, pero con pendientes pronunciadas. Este castillo, con origen en el siglo X, ha sufrido remodelaciones a lo largo de su historia, llegando incluso a pensarse la idea de su demolición. Tras la Segunda Guerra Mundial quedó seriamente dañado y a mediados del siglo pasado se inició su reconstrucción y remodelación, quedando actualmente destinado al Museo Nacional Eslovaco. Se puede acceder en silla de ruedas, con ayuda por las fuertes pendientes, hasta el patio central, si bien lo que más impresiona son sus vistas.
Desde allí arriba se ve en todo su esplendor el recorrido del Danubio y, si el día lo permite, se pueden ver las tierras de otros países cercanos, como Austria y Hungría. Mirando desde el castillo hay una construcción que llama la atención de los visitantes. Se trata de una especie de platillo volante colocado encima de las dos torres del puente que comunica ambas márgenes del Danubio. Lo conocen como el Mirador UFO (estas siglas en inglés significan lo mismo que OVNI). Es un mirador que se instaló en la parte superior de un restaurante que permite una de las mejores vistas de la ciudad. Se accede a través de un ascensor que va por uno de los pilares del puente y llega hasta la planta del restaurante. Para acceder al mirador hay que hacerlo por medio de una escalera bastante estrecha.
El Danubio es la verdadera arteria de comunicaciones con Viena y Budapest, en lancha rápida o en crucero turístico.